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yoga

/ Las raíces de mi camino en el Yoga 

se remontan a mi infancia. De pequeña, me deleitaba en el movimiento, contorsionando mi cuerpo en diferentes posturas. Me encantaba estirarme, bailar y probar cosas diferentes, algo me empujaba naturalmente a ello.  Estar boca abajo era para mí tan natural como estar de pie. Es un recuerdo que nunca se ha borrado de mi interior. Recuerdo cómo solía dormir con los pies sujetando mi cara, en lo que ahora sé es la postura de balakonasana.  A los cuatro años empecé gimnasia artística. Entrenaba todos los días y competía también. Tuve una vida dedicada como gimnasta. Podía volar en el aire, realizar todo tipo de saltos, equilibrios y movimientos, que formaban parte de mi rutina gimnástica. Fui gimnasta durante una década. Después mis padres me reorientaron hacia un camino más equilibrado y  me convertí en atleta, compitiendo en velocidad y salto de longitud.
 

Cuando tenía 17 años, en la playa de en frente de la ciudad en la que vivía, me encontré con una cautivadora escena que me absorbió por completo. Una mujer a lo lejos, se movía con gracia y potencia, cambiando de una forma a otra en sincronía con su respiración (algo muy diferente a lo que yo conocía como gimnasta). Las formas a las que entraba y de las que salía con amable suavidad, eran irreconocibles para mí. No era danza, ni artes marciales... pero tenía algo de ambas... No sabía que era lo que veía, pero estaba cautivada. Me di cuenta entonces, de que me hallaba, de verdad, muy quieta. Atenta, cautivada, en silencio, en una dicha callada y sostenida... Me senté en silencio a observar, hasta que aquella mujer dobló su esterilla, y se fué. 
 

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Meses después, descubrí que aquello se llamaba yoga, y empecé a leer sobre ello. Fui a la biblioteca y compré un libro, y empecé a practicar en casa, siguiendo las imágenes e instrucciones que aparecían en el mismo.

Recuerdo lo impactada que me quedé cuando vi por primera vez el vídeo de la primera serie de Ashtanga Yoga con Sir. K Patabhi Jois guiando a sus alumnos más avanzados. Me enamoré de la gracia de los practicantes, de ese lugar interior desde el que practicaban. No podía dejar de mirar ese inmaterial, pero perceptible núcleo interior del que surgían sus movimientos y respiración. Algo se despertó dentro de mí. 

 

Empecé a asistir a mis primeras clases de Yoga con los profesores que encontré en la pequeña ciudad donde vivía. Por la misma época, en la compañía de Teatro Físico y Danza en la que trabajaba, nuestra directora, Ana Fernández, introdujo sesiones de Yoga como parte de nuestro entrenamiento.
 

Sintiéndome muy inspirada, empecé a practicar al aire libre, por mi cuenta. Este periodo fue muy valioso para mí, porque estaba aprendiendo sola. Entré  en un profundo y revelador diálogo con mi propio cuerpo, mente y alma.

 

Algunos años más tarde, empecé a practicar regularmente con la guía de Ana, y tome parte en su formación de profesora de YIN YANG YOGA. Aquí se desplegaron muchas cosas para mí. Las enseñanzas de Ana incorporan al Yoga los principios y prácticas del taoísmo y la medicina china. Una práctica que sigue los ritmos naturales. Entré en contacto por primera vez con el Yin Yoga. Como toda mi práctica anterior era solo Ashtanga, esta experiencia  fué muy reveladora, me mostró la verdadera esencia que late bajo de la práctica física.  Empecé entonces a estar en las posturas no solo de forma física, sino sintiendo todo su poder, sus dimensiones psicológicas y espirituales. 

En 2016, en Berlín, hice una formación de 200 horas para profesores de Yoga con Yogi Sivadas (fundador de la Kailash Tribal School of the Himalayas). Con Sivadas aprendí la filosofía yóguica, su cosmovisión, sus raíces y orígenes y su aplicación a través de la práctica de Asana, Pranayama, Kriya, Mudra, Mantra, Meditación, los ocho miembros del yoga y los sutras de Patanjali.

 

Al terminar esos estudios, me ofrecieron empezar a dar mis primeras clases en el Freistil Yoga Studio, donde trabajé hasta su clausura. Impartí clases de Vinyasa, Hatha y restaurativas; además de ofrecer mi propia práctica, que en aquel momento llamé, Yoga Dance. Se trataba de una clase de vinyasa, influenciada por el Ashtanga, muy centrada en el flujo y la gracia del cuerpo / mente / espíritu en su ejecución, desde dentro hacia fuera. En los siete años que viví en Berlín, enseñé constantemente de forma independiente en diferentes estudios y lugares al aire libre. 
 

Hoy en día, sigo estudiando Yoga y meditación en la Escuela de Yin Yang Yoga con Ana Moves, en la forma de la práctica diaria y participando en  retiros y talleres.  Sus enseñanzas me han brindado una comprensión profunda de la práctica, guiándome hacia una expresión más auténtica de su esencia. El Yin Yang Yoga es una práctica que cambia el «estilo» según las estaciones naturales (abrazando el camino de la naturaleza y el camino del TAO) e incluye el Raja Yoga o meditación.

 

Actualmente,  imparto clases semanales (grupales e individuales) en la Shala de mi casa en Aegina, a la vez que sigo disfrutando mi propia práctica diaria. 


/ El yoga, para mí 


es un instrumento de transformación. Un viaje interior hacia la libertad, y la práctica central que ha guiado mi camino espiritual. Nos lleva a estar más abiertos, a ser lo suficientemente valientes para vivir guiados por nuestro espíritu y virtud, y nos dirige hacia una conexión profunda con nuestro ser y con el mundo. 
 

La disolución de los patrones de tensión y la liberación de energía estancada en el interior, conduce a un cuerpo más flexible/abierto/accesible, que a su vez se extrapola a una mente más flexible y permite que el espíritu se despliegue y se eleve, para que pueda guiarnos.

El yoga siempre ha estado conmigo. Es un hogar para mi ser. Con el paso de los años, mi práctica ha cambiado de forma, pero siempre ha estado ahí. Despertándome al momento presente, poniéndome en contacto con la paz y el poder interior,  la realidad más allá de la división, el dualismo y la ilusión.​​​

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Brindándome cada día la puerta para entrar desde el portal del cuerpo al ser, el  alma y el espíritu, a la inagotable fuente de la existencia. Expandiendo y abriendo, descubriendo y suavizando el cuerpo y la mente para encontrar la liberación, la toma de tierra y la conexión con el cielo, el verdadero poder, la profunda unión con la totalidad de la existencia, la emancipación y la liberación de nosotros mismos.

/ Mis clases 

son dinámicas y fluidas así como pausadas y estáticas, enseño a la forma del Yin Yang Yoga, por lo que la clase cambia su foco dependiendo de las estaciones naturales. Como hijos e hijas de la naturaleza, practicamos según lo que sea más beneficioso en esa época del año, imitando los caminos de la gran madre. La práctica está orientada a la unión y no a crear mayor fragmentación. Atiende por igual la biodinámica del cuerpo, la alineación de las posturas, la expansión, la fluidez, la fuerza, la flexibilidad, la respiración, la conciencia interior, la gracia y la energía. Toma en consideración los elementos que intervienen en la práctica del Yoga:
 

Asana: elemento de tierra - estabilidad, firmeza, apoyo/fundación y actividad. Su expresión fundamental es la forma o estructura: la Asana. Al estabilizar el cuerpo, nuestra mente también se equilibra y se calma. La aplicación de este elemento hace que la energía generada en la práctica active su opuesto complementario: el vacío, signo de una Asana bien adoptada.
 

Vinyasa: El flujo. Elemento Agua - las cualidades del agua son ductilidad, fluidez, adaptabilidad, energía y sentimiento. Su expresión fundamental es el movimiento, lo practicamos atendiendo a la forma en que entramos, salimos y nos rendimos a las Asanas, y a la gracia que se mueve en nuestro interior al realizarlas (armonía y ausencia de esfuerzo). Cultivamos el agua aprendiendo a movernos en sincronía con la respiración, al adoptar, profundizar y salir de la Asana sin esfuerzo, con suavidad y fluidez. Para practicar el agua, empleamos la delicadeza y la atención. Uno de los signos de su presencia es la energía que despierta durante la práctica.
 

Drishti: elemento del espacio. Sus cualidades son la simultaneidad, el vacío, la autenticidad, la libertad y el ser. Su expresión es la conciencia, que ponemos en práctica a través de dristi: atención dirigida y concentrada. Dristi es el punto en el que se posa la mirada durante la práctica de cada Asana. Al hacerlo, la mente se asienta, se hace presente en la realidad de la práctica y nos ayuda a respirar más profundamente, dotándonos de libertad. Nos lleva a una conciencia directa de lo que está sucediendo y nos ayuda en la ejecución de la Asana en su totalidad.


Bandha: elemento del Fuego. Sus cualidades son la transformación, la inmediatez, la intensidad, el resplandor y la inspiración. La expresión fundamental del fuego es la acción que provoca el cambio, y se materializa en los bandhas (ajustes musculares y energéticos que transforman nuestras energías internas). Lo cultivamos mediante la aplicación de uddiyana, mula y jalandharabandha. Estos generan el calor que, en la práctica, transformamos y redirigimos. Su presencia aporta resplandor.
 

Pranayama: Elemento aire. Sus cualidades son la apertura, la expansión, la luminosidad, la gracia y el pensamiento. Su expresión fundamental es la apertura y la libertad. Se pone en práctica a través del pranayama. Y lo cultivamos y expresamos creando espacio en las articulaciones y los órganos, especialmente en los pulmones. Lo practicamos en ejercicios de respiración pura o en las sendas respiratorias del vinyasa. Nos ayuda a liberar la respiración de las tensiones físicas y mentales. El elemento aire requiere que utilicemos el movimiento, y el signo de su presencia es la quietud.
 

Mi forma de enseñar bebe del Ashtanga Vinyasa,  el Yin-Yang Yoga, mi experiencia en Gimnasia y danza y el imaginario interno de la poesía. Mis clases están abiertas a todas las personas, independientemente de su nivel de práctica física o edad.

Clases en curso

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Práctica Regular en mi Shala, todos los

Lunes

Miércoles

Viernes


de 8:15 a 9:30 am


Isla de Aegina. Grecia.

Precio: Escala móvil: de 40-70€  por mes.
( Lo que quieras dentro de este rango)
A pagar en la primera clase de cada mes.

Fotos: Michela Filzi y Beatrix Joyce

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