Poesía

Desde mi adolescencia, la poesía ha sido parte de mi vida, conectándome de manera profunda con el mundo interior; sus paisajes, sus símbolos. Ha sido un canal que siempre ha abierto mi corazón al mundo, recordándome una y otra vez la naturaleza líquida de la realidad.
La poesía nos despierta a la magia que vive en todo, nos da la oportunidad de conectar más allá del pensamiento, usando los símbolos que utiliza este mismo: lenguaje, imagen, emoción, sensación, sonido, música. A través de los sentidos y la imaginación, podemos sumergirnos en las aguas de la psique personal y colectiva, y extraer la verdad, la belleza, la maravilla y la dicha de la experiencia de estar vivos en este mundo, en este tiempo. La poesía vive en muchos reinos a la vez, entre ellos en de la memoria y el de la visión.
Los poemas contienen muchas voces, que no es necesario rastrear hasta su origen, sino simplemente dejar que fluyan, como las corrientes de un río eterno, que nunca se secará. Los poemas son pequeños fragmentos de un proceso alquímico en nuestro interior. Pueden revelarnos lo que creíamos tapado, pueden mostrarnos lo que yace en el centro de nuestra visión; son mágicos, porque hablan su propio lenguaje, nosotras, como poetas, somos simplemente las médiums, el canal, las chamanas, que permiten que la sabiduría y verdad de su naturaleza cobren vida, se hagan carne, en forma de lenguaje. Los poemas utilizan el lenguaje a su manera, no están atados a la estructura, ni a las reglas gramaticales. El lenguaje recupera aquí un estado muy poderoso e inocente, naciente. Genera espacios vacíos, en los que la palabra puede existir. Permite que la palabra estalle en mil significados, sin límites a la interpretación personal, con espacio para el lector, que entra en la puerta de un misterio. La palabra poética está liberada del sentido, no es una palabra utilitaria, es una estrella, no termina de decir nunca y abre una grieta desde la que descender a las profundidades. La poesía es una experiencia de los límites, donde se produce la destrucción o la apertura infinita de estos mismos, proporcionando una experiencia interna, que en el acto de su escritura, puede tender puentes entre la conciencia y su eterna forma cambiante. También nos permite habitar lo desconocido, saborearlo, disfrutarlo, sentirlo y nos enseña a vivir el misterio, sin necesidad de cerrarlo en conceptos o significados cerrados. Gottfried Benn dijo: «El poema ya está terminado antes de empezar, sólo que el autor aún no sabe qué texto le dará».

Mi propia experiencia escribiendo poesía me ha llevado a enseñar este enfoque. Actualmente, imparto clases regulares a tres grupos diferentes, algunos de los cuales llevan seis años participando en mis cursos. A lo largo de los años, he desarrollado un método propio que he llamado «poesía del instante». Ya que siempre he considerado que los poemas son hijos e hijas del instante. En clase, siempre escribimos, y no editamos lo que adviene. Nos entrenamos con ejercicios y propuestas creativas, para estar preparados y poder entregar al instante el poema, igual que hace el bailarín cuando frente al público, entrega su danza. También guío a los alumnos en el proceso de lectura del poema en voz alta, un acto necesario para que el poema cobre vida y para que la poeta se relacione con su espíritu, y con la/s voz/s que en él existen. Todos los poemas que se escriben en las sesiones se leen inmediatamente después. También animo a los participantes a aprender a ver lo que les atrae en el trabajo de los demás, como reflejo de su propia alma, utilizando el positive feedback o retroalimentación positiva. La mayoría de mis cursos se ofrecen en español, pero también tengo algunos bilingües Inglés/Español. Siempre están dirigidos a cualquier persona que se sienta llamada a ellos, no es necesaria experiencia previa con la escritura ni la poesía. Si quieres saber más sobre estos cursos y clases, pincha aquí o ve al apartado de ENSEÑANZA en el menú.
En cierto modo, estamos buceando las zonas sumergidas, y vistiendo eso que vemos/sentimos/percibimos con el material de este arte: las palabras y el silencio eminentemente. El lenguaje.
En cierto modo, escribir poesía es una experiencia mística, porque te coloca frente a lo imposible, lo indecible, y te hace entrar en sus aguas, para salir después con las redes llenas de sus tesoros. Las palabras saben de nosotros mucho más de lo que nosotros sabemos de ellas, como poetas entramos en la palabra, como entramos en el océano, dejándonos tocar por su materia. Permitimos que el lenguaje hable en nosotros, que la palabra nos penetre y mueva nuestra mano dibujando caligrafía en el papel, el movimiento yin de entrega. A veces también perforamos la palabra, en un movimiento más yang, hasta que muestra los cristales que yacen en su interior. Este lado místico de la poesía es para mí lo que hace de este arte una experiencia espiritual que siempre he disfrutado mucho. La poesía ha abierto mis ojos, hacia adentro y hacia afuera, que es lo mismo. Me ha ayudado a abrazar el amor infinito a esta vida y más allá. Por eso le estoy muy agradecida, por eso me sigo aquí, a su servicio, por ella me siento y escribo, para que me guíe y me muestre el camino. Es una profeta sin nombre, una fuente infinita, un pozo inagotable, el don de la inocencia en acción, el sonido del río eterno, la melodía que vive en la garganta del pájaro, el estado liminal desde el que habla el silencio, el paisaje descongelado del ser, derritiéndose en los labios.

Mi camino en la escritura poética ha sido mayoritariamente autodidacta, pero he tenido también muchos maestros de los que he aprendido y recibido, y sigo recibiendo, infinita inspiración. Me refiero a Natalie Goldberg y su método de escritura creativa, Federico García Lorca (mi poeta favorito de todos los tiempos), José Ángel Valente (cuya forma de entender la poesía realmente moldeó mi visión y experiencia), Antonio Gamoneda, Maria Zambrano, Alejandra Pizarnik, Maria Negroni y Chantal Maillard, por mencionar a los más influyentes. La poesía y los escritos de estos autorxs han marcado profundamente mi poesía y la forma de relacionarme con ella. Cada uno de ellxs abrió todo un paisaje en el que pude adentrarme.
La mayoría de la poesía que escribo está en español, una de mis lenguas maternas, a continuación puedes leer una pequeña selección de la misma.
Que la disfrutes.
♥

No es tu palabra, es tu canto quién sabe excavar las fosas muertas y hablar de igual a igual con los dragones.
Así que cantamos.
Todas las voces, son ríos en la niebla, partículas invisibles de la misma cosecha. Frutos de un parto. Lluvias, que lavan el pensamiento.
Cuando sientes que todo se descalza lentamente; los paisajes, las palabras, las personas, las cosas, el tiempo y el espacio,
puedes hacer alquimia escrita.
Puedes encontrarte en medio de un grito
y aprender a señalar su lugar exacto. Aquí.
La mirada nunca duerme. Ni con los ojos cerrados.
Bajo los párpados cerrados. Están las flores que perdimos.
Escribir es hacer ese jardín con las manos.
La imaginación y la experiencia convergen abriendo un idioma que desafía las leyes del propio lenguaje. Que abre en él una falla por la que se cuela el conjuro. Que te dice, nos dice,
nos devuelve silencio y belleza.
Soy poesía.
Me llamo rastro de fuego.
Pozo que desata los nudos.
Cerca de las tumbas brillan las cerezas rojas,
acostadas a la espera de que alguien las devore.
Yo hilo el amanecer, tú te abres como un surco,
como un manantial. Manantial perdonado.
Como un dorado papel volando
hacia el centro de la montaña
la quietud de mis labios, abre los bosques
al fuego que todo lo empaña.
No hay sonido que no esté presente
ni fórmula matemática que explique el viento.
Dentro del agua las formas desaparecen,
arrastrando círculos borrados a tu memoria
caricias y costuras que no puedes ver.
Alzate frente a tu propio abismo.
Alguien lavará tu cadáver y te dará manos
que te ayudarán a beber.
SOMBRA
Al acantilado de la infancia inmerso en la sombra
consciente de su luz, le regalo mis ojos
mi laurel nacido junto al viento suave.
Todas las enseñanzas se extinguen,
menos las huellas que dejaste en mis manos.
No había nada dentro de la luz. Solo vacío
que no se puede medir, es como un camino de agua
extendiéndose por valles blancos.
Saliva convierte mi desierto en fuego.
Saliva me salva. Me traga y dice todo lo que otros callan.
Puse los ojos sobre el mundo,
y todas las sombras que habitaban en el agua, se elevaron.
permiso
nos dieron
cielo las luces
que el camino
gasto
hasta hacernos
De roca
un hambre
latir
como bosque
que me bruma
que me condensa
como rayo informe
de tu única llamada
paisaje,
vengo a tu puerta desnuda
y en tí desharé el verso
de los tiempos venidos como el oro
hasta mis tobillos de ángel
y mi luz de plata excavada
Mamá me trajo un pájaro
pájaro azul de nieve
el alba se caía
como un témpano de hielo
sobre los ojos
abiertas las manos
hacia el mar que las recubre
una honda palabra
sucumbe su fuerza en ella.
El poema se va secando,
como cielo de verano.
Como mundo de fotografía.
y los cráneos de la luz
lloran el silencio
y el agua lenta.
Cuanto hubiésemos bebido
de aquel viento invisible
si hubiésemos sabido
arder más a conciencia,
Si el centro del espacio
hubiese sido la quietud
de nuestro mundo.
Las ramas que crecen en el fango
los sueños de recogimiento y silencio
el cristal anclado en las alas, que aprendieron a subir.
Kilómetros y kilómetros de agua vertical
nos sostienen el cuerpo sobre la tierra.
una luz, que desaconseja el miedo a la caída
una profeta vestida de hojarasca
Inviernos bajo las baldosas.
rosas sobre las losas
losas en las tumbas
tumbas que abro
tumbas donde bebo
el agua de la que seré.
Flotaban los vientos
mientras los huesos se deshacían
la luna buscaba una mano
pero ya no había mano
ni niebla
ni lenguaje
ni palabras para partir
¿Como se nace desde una memoria que no recuerda?
¿Como se forman unos ojos que no conocen el cielo?
Lo desconocido es un vínculo
que todavía no conoce su sangre
Tú, caminas en su sonido
como una más de sus hijas,
libre y sucia
hecha de truenos
y ceniza.
Destinada a los frutos maduros
que la boca del pájaro devorará,
bañándote en la sed,
como una rama
felizmente abatida.